…/… Domingo, 25 de MAYO 2014
- ¡Ah! ¡Otra vez en casa! - suspiró
Citerea. Despidiéndose con un beso de su familia,
Citerea se fue a su habitación. No hubiera
deseado quedarse dormida aquella noche para seguir "rumiando todas su
felicidad" pero el travieso dios "Morfeo" la venció sumiéndola en un
plácido sueño reparador que bien necesitaba.
Las cuatro semanas siguientes al uno de mayo,
pasaron velozmente ocupados en atender a los pequeños polluelos que apenas
salidos del cascarón ya empezaban a piar y piar reclamando comida.
Golondrinas, aviones y vencejos iban y
venían sin cesar buscando presurosamente avituallamiento para sus exigentes
crías.
Un día a primeros de JUNIO, mientras
comían, Taeton
les comunicó que en unos días tenía pensado marcharse pues tenía la intención
de viajar hasta el Monte Anboto en el País de los Baskones pues su tía Cloelia
- hermana de su padre - le había invitado a pasar con ella y su familia la
noche conocida como la de "San Juan" que era cuándo celebraban
el Solsticio
de VERANO.
Citerea tuvo que levantarse de la mesa
murmurando una excusa para evitar que los demás viesen las lágrimas que, contra
su voluntad, brotaban de sus ojos por más esfuerzos que hiciese para
retenerlas.
Toda la tarde la pasó dentro de su
habitación alegando "un terrible dolor de cabeza". Tampoco tenía
ánimos para levantarse a cenar, así que se quedó dormida tras haberse tomado
una infusión calentita de hojas de mejorana, salvia y mímulo que su experta
mamá la llevó a la cama.
Al día siguiente despertó apática y
melancólica. Mientras se vestía consideró que con tal estado de ánimo, ella iba
a sentirse mal e iba a hacer sentir mal a los demás. Eso sería "egoísta" por su parte.
Triste se sentía, eso era patente, pero
tenía muy claro que lo que más la importaba era que "Taeton se llevase una
buena impresión de ella". Ya no solamente como chica simpática y divertida
sino también como chica valiente y noble.
Cuándo se sentó a desayunar, con su tazón
de humeante de chocolate delante de ella, una amplía y sincera sonrisa iluminaba toda su
cara.
Se dio cuenta que una vez hecho "el primer esfuerzo" de sinceramente desear "estar bien", el siguiente paso era más
fácil y el siguiente "más fácil aún".
Decidió una vez más, aprovechar al máximo
las horas que le quedaban de estar en compañía de Taeton. Si felices habían
sido los días anteriores, los que restaban serían más estupendos aún.
Esa misma tarde, después de comer, invitó a
Taeton a dirigirse con ella en dirección este, camino de las "Covas -
Rubias" ancladas en las
proximidades de los MONTES de OCA. Agarrados a las plumas del
cuello de una OCA
emprendieron el vuelo.
Las gentes que habitaban las
"covas-rubias" eran conocid@s como "L@s Racheles".
La palabra "rachel",
explicó Citerea a Taeton, provenía de una antigua expresión utilizada por los
primeros pobladores de la zona.
Implicaba un
significado de "brillante
- bello - bonito".
Se dirigían hacía allí porque iban a visitar
al pueblo de las Águilas Reales que también habitaban en las cercanías.
La gente menuda del Valle de Lara se
servía de ellas como "vehículo"
cuando necesitaban desplazarse a largas distancias.
Ya próximos al lugar, el sol poniente
reavivaba con sus rayos bermejos el ya de por si deslumbrante color rojo–fuego de
la tierra que conformaba el magnético paisaje de
las "covas" (= cuevas) "rubias" (=
dorado - rojizo - rubio).
El recibimiento de las ÁGUILAS REALES a Taeton y Citerea
fue magnánimo, demostrando una vez más ser unos magníficos anfitriones dignos
de la noble fama que les caracteriza y precede.
Aquella noche ultimaron los detalles y al
día siguiente, Citerea y Taeton, suspendidos en pequeños arneses - colocados a
ambos lados del cuello del Águila - volaron en dirección oeste hacia la Peña de LARA.
Desde lo alto pudieron ver
un exótico
paraje.
Era una especie de mausoleo antiguo construido por
un rey castellano a la memoria de su esposa escandinava; una princesa del lejano
reino de Avalon situado en la legendaria Isla de Thule muy al
norte y ya casi cerca del POLO.
La princesa había muerto
muy joven.
Su esposo la dedicó un parque
diseñado en forma
CÍRCULAR y
dividido en cuatro partes iguales.
En el centro del jardín, una colina. Encima de la colina, una
estatua de la rubia princesa escandinava con su pelo peinado en dos largas
trenzas. Su nombre era CRISTINA.
Desde donde estaban Taeton y Citerea, el
conjunto se veía como
una gran CRUZ de brazos iguales
rodeada por un círculo. Å
Rosas blancas y acebo rojo enmarcaban los espacios.
Al llegar delante de la casa de Citerea, Águila Real
detuvo suavemente su vuelo para que tanto Taeton como ella pudieran descender
hasta el suelo.
En la puerta de la casa estaba toda la
familia esperando para despedirse de Taeton que seguiría de inmediato rumbo NOR-Este.
Después de besos y abrazos a toda la
familia, TAETON se acercó a CITEREA y tomando suavemente las manos de ella
entre las suyas, depositó un cálido y dulce beso sobre su frente mientras muy
bajito le decía:
* NUNCA te OLVIDARÉ *